COMUNICADO: Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar

<En Venezuela carece de sentido trabajar: se ha anulado de facto todo valor del trabajo>

El día 9 de enero de 2018, la Junta Directiva de la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar se pronunció en nota de prensa sobre el deterioro de las condiciones de vida de la población venezolana. A continuación la declaración de la APUSB:

La atrofia que ha sufrido la economía venezolana, debido al irresponsable y absurdo manejo que ha tenido en tan importante materia el gobierno nacional, ha incidido de tal manera en el campo laboral que en Venezuela carece de sentido trabajar. Sencillamente se ha anulado deliberadamente, al parecer, todo valor del trabajo, causando una dependencia desproporcionada de dádivas materiales en dinero y comida, que buscan un rédito político, éticamente inaceptable; además, estas dádivas ya no tienen cómo llegar a la población para evitar lo que se está viendo: el hambre generalizada, causando los estragos y las angustias que a diario se perciben en la ciudadanía.

El salario mínimo no alcanza para la subsistencia diaria de ningún ciudadano, cuando todo valor de la comida o de los bienes materiales resulta absolutamente inalcanzable por lo costosos que se hacen ante lo que se percibe como remuneración para adquirirlos. Esto se aprecia a simple vista, no hay que ser muy enfáticos con esto. Basta preguntarse: ¿quién puede vivir con Bs. 26.583 diarios si ese monto es superado por cualquier mínimo artículo alimenticio? Digámoslo con claridad absoluta: una empanada diaria. Y ahí van incluidos los indignos bonos de alimentación. Eso que mal llaman salario global o integral, que no es salario nada porque carece de toda incidencia, salvo que sea producto de una compra directa. Esto que ocurre es un sometimiento escabroso, bochornoso, de toda la población. Por tanto, se hace inaceptable e imposible continuar trabajando así. Y no creamos que los sueldos superiores lo son en mucho: un profesor universitario instructor no gana más de cuatro salarios mínimos. Imposible su labor así: cuatro empanadas diarias. ¿Cómo se traslada? ¿Cómo cumple con los requerimientos alimenticios diarios suyos y de su familia? ¿Cómo quedan los costos de la vivienda, de la recreación y la cultura si estamos ubicados en una ramplona situación de lucha diaria por la subsistencia, apenas por la limitada comida, por un subsistencia que evidentemente se nos niega de facto?

Esta situación generalizada de todos los trabajadores se hace insoportable. No es trabajo lo que se realiza en Venezuela, es una explotación diaria y cruenta de los seres humanos. Está ocurriendo una violación más de los Derechos Humanos en nuestro país, una violación masiva de los derechos fundamentales. Esta situación del trabajo y la alimentación se pudiera traducir en un atentado a la vida de todos los venezolanos, un atentado que viola el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Lo hemos visto, nuestros coterráneos se están muriendo de hambre, literalmente. Y esto se desconoce olímpicamente desde el poder establecido. Cuando al trabajo se le arranca todo su valor, ocurren las deficiencias alimenticias que percibimos constantemente. Un litro de leche supera en mucho el ingreso diario de un trabajador que percibe el sueldo mínimo e incluso de todos los demás. ¿Cómo quedan los niños y cómo suplen sus carencias alimentarias? El artículo 22 de la misma Declaración Universal se expresa con claridad acerca de “… la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a la dignidad y al desarrollo de la personalidad”. Esto está impedido en la Venezuela actual de manera brutal, inclemente.

Todos los venezolanos tenemos que accionar pronto ante esto: Para mañana podría ser demasiado tarde. Resulta obvio que el país requiere con mucha urgencia la ayuda humanitaria que el gobierno nacional ha impedido, porque esta situación es conocida en todas partes del mundo. No podemos callar ante el hambre. No podemos callar ante la supresión del trabajo como la fuente necesaria del ingreso digno familiar. Eso que la OIT llama trabajo decente no está ocurriendo hoy de ningún modo en nuestro país. Lo hemos dicho: todo trabajo en Venezuela es precario.  Debe haber una ardua discusión muy pronto en asamblea general y amplia de los trabajadores venezolanos sobre estos aspectos. Debe haber una movilización de todas las conciencias en rechazo a esta intolerable situación ciudadana que afecta la institución del trabajo y nos conduce a la hambruna. Debemos transmitir en voz muy alta al mundo la miseria hacia donde se nos ha enfocado violentamente la vida.

La protección social es sólo otro aspecto más de la misma situación insostenible: hospitales donde se hace imposible la atención, carencia de medicamentos. Para el trabajador acostumbrado a una mínima protección social, incluida en los seguros de hospitalización, cirugía y maternidad, es un infame retroceso, además ilegal, en los alcances laborales. No existe la adecuada protección en salud de ninguno de los trabajadores en Venezuela. Por ejemplo, los universitarios estamos tan desprotegidos en esos aspectos que el HCM básico cubre apenas dos millones de bolívares, monto que se hace insuficiente para cualquier tipo de intervención médica al día de hoy. La Convención Colectiva Única contempla para la compra de medicamentos un monto risible: doscientos mil bolívares. Todos los trabajadores venezolanos acusamos una desprotección absoluta en materia de salud y de HCM.

Si los partidos políticos no pueden tender a la unidad de criterios, si son impotentes para materializar un entendimiento capaz de modificar en poco tiempo esta realidad, la unidad debe darse por la base trabajadora, incluso por la base trabajadora de los diferentes partidos disidentes del país para realizar en conjunto las exigencias que demanda nuestra dignidad de trabajadores y de venezolanos. Esto lo decimos conscientes de que se nos puede acusar de despreciar los partidos y su indispensable actuación en la vida política de cualquier país. Eso no es. Estamos convencidos de que se hace obligante una gran reunión de los trabajadores nacionales y un acuerdo para procurar salir cuanto antes de esta deplorable situación en la que se nos pretende postrar. Las acciones que resulten de esa gran convocatoria, deben ser  asumidas por la sociedad civil de manera firme y contundente, hasta que el gobierno entienda las necesidades y perciba la fuerza laboral como una fuerza política debidamente entendida en su condición, sea esta fuerza político-partidista o no.

Por la Junta Directiva de la APUSB,

William Anseume & Luis Buttó
Presidente & Secretario General

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